«Ya ves, a veces me canso de ser hombre también, me agota escuchar que todo va bien, y ver tristes hombres mirando al sur, y no existir si no me miras tú…»
Éste es un disco que tiene un sinfín de conexiones con la memoria, sobre todo la que se ubica unos años atrás terminando el cuarto medio: la incertidumbre del futuro, el frío de invierno al tomar la micro, y la soledad en medio de la playa, entre otras cosas en medio de las cuales, la voz de Ismael parecía calmar un poco la ansiedad, quitar un poco el frío, mantener la confianza en los sueños.
Y es que lo conocí leyendo una entrevista suya en la tristemente desaparecida revista Rocinante, en la cual decía algo así como que en estos momentos, aunque a veces las cosas en lo ideológico no estaban del todo claro, la música era un espacio de encuentro en el que se permitía buscar la unión en la diferencia, que a través de ella muchas veces llegábamos a encontrar compañeros para nuestros caminos.
En ese momento empecé a escucharlo, y hasta el día de hoy lo hago, sobre todo en invierno, y me parece un artista íntimamente urbano. Creo que toda su estética se centra en tratar de darle vida a la vida en la ciudad, lo cual me parece una hermosa, difícil, y agradecida empresa… caminar por la calle escuchando en los audífonos a Ismael Serrano es una experiencia extraordinaria. Muchas veces se tiende a criticar a la ciudad por el solo hecho de ser ciudad, por alejarnos de los bosques, pero la mayoría de nosotros en ella vivimos, en ella transcurren nuestras vidas, y es nuestra tarea crear en ella una misticidad que valla más allá de los semáforos y el concreto. Creo que de ello se encarga Ismael Serrano, y esa es una de las cosas que de su música más me atrae: la capacidad que tiene de reconciliarme con la ciudad.
Principio de incertidumbre, es precisamente el primer disco que del él escuché, y hasta el momento sigue siendo mi favorito. Y es difícil que sea de otra forma, porque la selección de temas da en el clavo, porque el concepto del disco es interesantísimo, y porque la gracia de Ismael está precisamente en sus actuaciones en vivo, por las historias que cuenta entre canción y canción.
Es un disco doble, en vivo, con una veintena de temas, y que viene acompañado de un DVD que muestra el concierto completo, concierto en el cual el autor intenta demostrar que la música no existe si no es por quién la escucha, y que por el sólo hecho de escucharla, quien lo hace está interviniendo en ella. Al iniciar el concierto, luego de cantar la excelente “Últimamente”, Ismael cuenta que principio de incertidumbre es un principio matemático que intenta explicar que nada se puede predecir ni determinar con exactitud y que siempre hay un margen de indeterminación de las cosas, margen dentro del cual él cree que está la música.
En el concierto, acompaña al cantante una tremenda orquesta, que realiza unos buenísimos arreglos a cada una de sus canciones. Musicalmente, la obra y puesta en escena en este concierto es, por lo menos, brillante. Y en lo lírico, debo decir que las letras de Ismael siempre me han llamado la atención. Simples, crudas, honestas, a veces esperanzadoras, a veces no tanto… y es que “puede que todo siga igual, también puede que no sea así” tal como canta en el tema que lleva por nombre el del disco.
Como decía, la selección de temas es buenísima, un recorrido por lo más característico de su discografía: Papá cuéntame otra vez, Cien días, Vine del norte, Recuerdo, Una tierna y dulce historia de amor, Pájaros en la cabeza, La extraña pareja, Ya ves, y Vértigo, entre otras. Pero también incluye nuevas canciones, como Principio de Incertidumbre y Zona cero, dentro de las cuales destaco esta última. Antes de cantarla, Ismael cuenta que la idea de las canción es que, tal como diría Saramago, “hoy por hoy existen dos grandes superpotencias en el mundo: una es EEUU, la otra eres tú, la opinión pública…”, y ese el concepto de la canción, que creo se sitúa dentro de las mejores del autor.
Y de las canciones antiguas, llegado el momento de elegir, me quedo con Últimamente: “últimamente ando algo perdido, me han vencido viejos fantasmas, nuevas rutinas (…) y la vida me parece una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme”; con la excelentísima versión con la participación de Lichis (de la cabra Mecánica) del tema La extraña pareja: “brindemos por el amor y su fracaso, que el amor es eterno mientras dura…”; con la nostálgica Vine del norte: “por delante de La Moneda tú tarareaste a Jara, me miraste asín tan duro, tienes un aire a Guevara”; la sobrecogedora Pájaros en la cabeza: “pájaros en la cabeza, y volar… a donde las ventanas siempre están abiertas”; la clásica Papá cuéntame otra vez: “queda lejos aquél mayo, queda lejos San Denís, qué lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquél parís. Sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual, las hostias siguen cayendo sobre quién habla demás. Y siguen los mismos muertos, podridos de crueldad…”; y la espectacular versión de Ya ves: “así yo canto para recordar, que aún sigues a mi lado, que aún sueñas despierta porque así vencemos el cansancio…”. Demás está decir que hay otras tantas canciones que se escapan, como Kilómetro Cero, Aquella tarde, Déjate Convencer, Ahora, y etc etc, que si sigo, no termino nunca.
En fin, un disco sobrio, tremendamente orquestado, pero sencillo, encantador, esperanzador, tranquilizador, deslumbrante, y un muy buen resumen de la obra de Ismael Serrano.